Parece que fue ayer que todavía estábamos allí, un sitio que
sinceramente me sorprendió muy mucho; incluso estoy convencida que podría
acostumbrarme a ello, y vivir allí me refiero. En principio fue un lugar
escogido en nuestra estrecha y apretada agenda para comer y hacer un poco de
tiempo antes de visitar una de las playas más bonitas que tenemos… la Praia as
Catedrais.
Fuimos a comer a un restaurante (por lo visto muy conocido)
llamado A Cofradia de Rinlo, el
motivo de comer allí y no en otro lugar fue la riquísima olla de arroz con
marisco, muy recomendada por mis padres que ya habían tenido la suerte de
degustarla. Os he de reconocer que estaba increíble, además de la muy buena calidad-precio. Hay que hacer reserva con antelación puesto que se trata de un
restaurante chiquito pero os aseguro que si os encontráis por la zona vale la
pena hacer un STOP y darse un capricho para el estómago.
Como os comentaba con anterioridad, después de una buena
comida no hay nada mejor que un buen paseo para hacer reposo y a la vez un poco
de tiempo antes de nuestra esperada visita a la playa. Nos comentaron que cerca
del restaurante había un paseo que bordeaba la riera hasta unirse con el océano
en el mismo pueblo de Rinlo así que no lo dudamos mucho.
No nos hacía un día de sol, de hecho yo estaba bastante
apurada porque no nos lloviera y se nos fastidiara el día (benditas apps del
tiempo), así que os podéis imaginar que el cielo estaba bastante tapado. Quien
me iba a decir a mi lo bonito y característico que iba a resultar el paisaje y
el entorno con ese día que hacía… sencillamente espectacular!
Z se lo pasó pipa para arriba y para abajo, en una de
esas carrerillas se adentró en las rocas con papi para verlo todo desde otra
perspectiva, un mirador al océano precioso.
Los recuerdos que tenemos de nuestra infancia son muy
valiosos y es por ese motivo que debemos proporcionarles a nuestros pequeños
los mejores, para que así el día de mañana lo recuerden con una sonrisa de
oreja a oreja. Me encanta ver como disfrutaba, descubría, exploraba, explicaba
y reía sin parar. Y sobre todo verlos juntos a los dos, me encanta ver como
bromean, como se abrazan y se besan, como Z le explica y pregunta sin parar (sí, sí, esa edad que hablan como cotorras),
es muy divertido escuchar sus ocurrencias.
A Z le llegó ese momento que a todo niño (tarde o temprano)
le llega… la etapa del “Y porque?”, al principio es divertido e intentas
responderle siempre, pero puede resultar agotador, sobre todo porque no hay
manera de acabar una conversación con él. Al final le dejo a él la última
palabra... a que no adivináis como
acaban siempre nuestras charlas?
Un paseo por las nubes, eso fue lo que nos regaló Rinlo. A
veces los mejores planes salen de no tener nada planeado, en nuestro caso nos
pilló dentro de la ruta y la sorpresa fue aún mayor. Si tenéis la oportunidad
de ir os lo recomiendo porque además de comer muy bien el paseo vale la pena!
La visita a la Praia de las Catedrais la reservo para el
siguiente post, Rinlo se merecía (a mi
entender) una entrada propia.
Ahora toca seguir disfrutando que todavía queda verano por delante, nos leemos
pronto!